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Foto ilustrativa
Una investigación judicial reveló un nuevo caso de esclavitud en el norte cordobés. En una finca del paraje Paso Viejo, departamento Cruz del Eje, fueron rescatadas 17 personas, entre ellas nueve menores de edad, que eran obligadas a cosechar papas en condiciones infrahumanas.
El operativo se desarrolló tras una denuncia que llegó a la línea 145, donde un padre alertó que sus hijos habían sido trasladados para trabajar en el campo y no tenía noticias de ellos. Las víctimas, oriundas de Villa Atamisqui (Santiago del Estero), habían sido captadas con falsas promesas de empleo formal, techo y comida.
La realidad fue otra: los trabajadores vivían hacinados, dormían en colchones tirados en el piso, carecían de agua potable y debían utilizar un baño improvisado sin techo ni conexión de agua. Para hidratarse, tomaban del canal de riego de los cultivos, contaminado con agroquímicos.
De acuerdo con la investigación, las jornadas laborales eran extenuantes, sin horarios ni elementos básicos de seguridad, y los pagos -cuando existían- se realizaban en negro, con descuentos arbitrarios por la comida.
El juez federal Alejandro Sánchez Freytes procesó a los productores Juan Rodolfo, Mario Caprioglio y Mario García, imputados por trata de personas agravada con fines de explotación laboral, y dictó un embargo de 20 millones de pesos sobre sus bienes.
El fiscal Enrique Senestrari confirmó que los hermanos Caprioglio eran los propietarios del campo y responsables de los pagos, mientras que García oficiaba de reclutador, trasladando a los trabajadores desde Santiago del Estero hasta Córdoba.
El caso expone una de las formas más crueles de explotación que aún persisten en el ámbito rural argentino: la utilización de la pobreza y la necesidad como herramientas de sometimiento.
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