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Con una economía que no levanta cabeza, los ingresos familiares siguen perdiendo poder adquisitivo mientras crece la carga de deuda. La combinación de salarios rezagados, paritarias postergadas y un techo oficial a las recomposiciones salariales comenzó a reflejarse en un deterioro sostenido del consumo y en un aumento de la morosidad crediticia.
Aunque durante 2024 el mayor acceso al crédito a tasas más bajas dio cierto oxígeno al consumo de bienes durables, esa tendencia ya muestra signos de agotamiento. En los primeros meses de 2025, los indicadores comenzaron a revertirse: las familias se endeudan más, pero también pagan menos. Así lo advierte el Banco Central en su último informe, que revela que en mayo los créditos al consumo crecieron, pero también lo hizo el incumplimiento de los pagos.
El endeudamiento de los hogares representó en mayo el 41,3% del total otorgado por los bancos, una suba de 0,9 puntos respecto al mes anterior. Sin embargo, la morosidad también trepó hasta el 2,6%, con un alza de 0,4 puntos en el mismo período. Desde enero, ese índice creció un punto completo: en aquel mes era de 1,63%.
El problema se agrava cuando se observa la situación de los créditos al consumo: el 4,9% de los préstamos otorgados a familias presenta algún nivel de incumplimiento, frente al 3,7% de abril y el 2,7% de enero. En contraste, las empresas mantienen un índice mucho más bajo, con apenas 1% de morosidad promedio.
Pese a la tendencia, el Banco Central aún no enciende la alarma. Sostiene que los niveles actuales siguen por debajo del promedio de los últimos 20 años, que es del 3,1%. Sin embargo, el deterioro es notorio en otras variables.
El uso de tarjetas de crédito, por ejemplo, también comenzó a contraerse. Según First Capital Group, en junio las compras con tarjeta cayeron un 0,9% respecto al mes anterior, encadenando dos meses consecutivos de baja. En dólares, la caída fue más pronunciada: 18% menos que en mayo, aunque 40% más que en junio de 2024.
“El freno se explica, entre otras cosas, por el fin de programas de cuotas sin interés, como el Cuota Simple, y la escasa oferta de financiamiento a plazos”, señaló Guillermo Barbero, de First Capital Group. El impacto se sintió incluso antes del vencimiento formal del plan.
A eso se suma la presión de los costos financieros. Aunque la inflación bajó al 30% anual, los bancos siguen aplicando tasas cercanas al 90% en los saldos financiados de tarjetas. Esto implica que quienes pagan el mínimo terminan multiplicando su deuda en poco tiempo.
El problema de fondo sigue siendo el ingreso. En abril, los salarios registrados del sector privado subieron apenas 9,6%, frente a una inflación del 11,6%, según datos del INDEC. La negativa del gobierno a convalidar aumentos por encima de la inflación proyectada desajustó aún más las cuentas domésticas, obligando a muchas familias a tomar deudas que ahora no pueden afrontar.
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